Este blog fue creado con el propósito de unir a la comunidad lowryana de todo el mundo a fin de intercambiar ideas e información sobre el escritor, además de promover y organizar conferencias, coloquios y otras actividades acerca de su obra. Cuernavaca, Morelos, México.
FUNDAÇÃO MALCOLM LOWRY
FUNDAÇÃO MALCOLM LOWRY
Este blogue foi criado com o intuito de unir a comunidade lowryana de todo o mundo, a fim de trocar ideias e informação sobre o autor, promover a organização de conferências, colóquios e outras actividades relacionadas com a promoção da sua obra. Este é o primeiro sítio trilingue feito no México sobre o tema. Cuernavaca, México.
Malcolm Lowry Foundation
This blog was created to comunicate all lowry scholars, fans and enthusiastics from around the world in order to promote the interchange of materials and information about the writer as well as organize events such as lectures, colloquiums and other activities related to the work of the author. Cuernavaca, Mexico.
FONDATION MALCOLM LOWRY
Ce blog a été crée dans le but de rapprocher la communauté lowryenne du monde entier afin de pouvoir échanger des idées et des informations sur l'auteur ainsi que promouvoir et organiser des conférences, colloques et autres activités en relation avec son oeuvre. Cuernavaca, Morelos, Mexique.
Shamanic Influences on Malcolm Lowry: East-West Connections
Nigel H. Foxcroft, School of Humanities, Faculty of Arts, University of Brighton
Plenary lecture delivered at the 4th International Malcolm Lowry Colloquium: A Tribute to Raúl Ortiz y Ortiz, Malcolm Lowry Foundation/ Museo de la Casona Spencer, Cuernavaca, Mexico, 2nd November 2010
Abstract This paper investigates various psychological, psychogeographical, and anthropological forces - cultural, social, and linguistic – bearing on Malcolm Lowry’s works. With its focus on the influence of nineteenth-century Russian literature upon his creative mind, it examines East-West cross-cultural and historical factors and their implications for the ‘ascent of man’. It explores the impact of Sir James Frazer’s ethnographic research and of Hernán Cortés, the Spanish conquistador, upon Aztec civilization, as reflected in Lowry’s novel, Under the Volcano (1936-47), set in Mexico on the Day of the Dead.
Previous research is also advanced by pursuing Lowry’s spiritual odyssey in his mystic quest for truth and salvation. Consideration is given to connections established with his natural, supernatural, and celestial roots. His application of psychoanalysis is probed, as are synergies with social, cultural, and linguistic anthropology, cabbalistic astrology, and even voodoo in Dark as the Grave wherein my Friend is Laid (1945-68).
Lowry’s paradisean symbol of the soul of Eridanus in The Forest Path to the Spring (1947-61) is considered in the context of his attempt to harmonize the rational, scientific, and materialistic intellect of the Enlightenment with the aspirations of European Romanticism. An analysis of his cosmic consciousness and his preoccupation with the Cabbala reveals links between Modernism and shamanism. Psychotherapeutic and shamanic healing is seen as a way of enabling regeneration via ethnographic and aesthetic methods. Developing the inclinations of Ted R. Spivey, it may be deduced that, for Malcolm Lowry, true salvation is attainable only in a fusion of the two worlds (the natural with the divine, the terrestrial with the celestial) and the two minds (the rational and scientific with the spiritual, and the conscious, perceiving intellect with the subconscious imagination).
Influencias Chamánicas sobre Malcolm Lowry: Conexiones entre Oriente y Occidente
Nigel H. Foxcroft, Escuela de humanidades, Facultad de Artes, Universidad de Brighton, Inglaterra
Conferencista invitado en el Cuarto Coloquio International Malcolm Lowry: Homenaje a Raúl Ortiz y Ortiz Fundación Malcolm Lowry, Museo La Casona Spencer, Cuernavaca, México, 2 de noviembre de 2010
Resumen Este trabajo investiga las diversas fuerzas psicológicas, psicogeográficas y antropológicas —aspectos culturales, sociales y lingüísticos— en la obra de Malcolm Lowry. Especialmente la influencia que tuvo la literatura rusa del siglo XIX en su mente creativa, y examina los entrecruzamientos culturales e históricos entre Oriente y Occidente y sus implicaciones en el “ascenso del hombre”. Explora el impacto de la investigación etnográfica de James Frazer y el de Hernán Cortés, el conquistador español, sobre la civilización azteca, como se refleja en la novela de Lowry, “Bajo el volcán” (1936-1947), situada en México un Día de Muertos.
Primero investiga los progresos de Lowry en su odisea espiritual durante su búsqueda mística de la verdad y la salvación. Se tienen en cuenta las conexiones establecidas con sus raíces naturales, sobrenaturales y celestes. Se aplican las categorías del psicoanálisis así como las correlaciones de la antropología social, cultural y lingüística, la astrología cabalística e incluso el vudú en “Oscuro como la tumba donde yace mi amigo” (1945-1968).
El símbolo paradisiaco de Lowry del alma de Eridanus en “El sendero del bosque a la fuente” (1947-1961), está considerado en el contexto de su intento por armonizar el intelecto racional, científico y materialista de la Ilustración con las aspiraciones del Romanticismo europeo. El análisis de su conciencia cósmica y su preocupación por la Cábala, revela sus vínculos con el Modernismo y el Chamanismo. La curación psicoterapéutica y chamánica es vista como una forma de regeneración a través de métodos etnográficos y estéticos. Del desarrollo de las inclinaciones de Ted R. Spivey, se puede deducir que, para Malcolm Lowry, la verdadera salvación sólo es posible en la fusión de dos mundos (el natural con el divino, el terrenal con el celestial) y dos mentes (la racional y científica con la espiritual, y la conciencia de la percepción intelectual con la imaginación subconsciente).
De la colección de fotos del maestro Alfredo Castro durante el homenaje a Rául Ortiz y Ortiz en La Casona Spencer, Cuernavaca, Morelos 2 de Noviembre de 2010
En el reciente homenaje a Raúl Ortiz y Ortiz celebrado en La Casona Spencer en Cuernavaca, el 2 de noviembre, se reunió la comunidad lowryana para recordar también al Cónsul y reanimarlo con mezcal. Las fotografías son de Dany Hurpin
Alberto Rebollo y Frédéric-Ives Jeannet
John Anderson y Nigel Foxcroft
Paco Rebolledo y Raúl Ortiz y Ortiz
Nigel Foxcroft recibiendo un reconocimiento de la Fundación Malcolm Lowry
Alberto Rebollo entregando un reconocimiento de la Fundación Malcolm Lowry a Paco Rebolledo
—Oye, qué zapatos —le dije. —Son como los del Gran Gatsby. —Maravillosos. ¡Vienes tan elegante! —A estas alturas, me visto como se me pega la gana… Llevaba un pantalón negro, recto, camisa blanca impecable, corbata de moño, saco a cuadros negros y un bastón, también negro, laqueado, con mango de madera. Subía la escalera lentamente, tomando descansos cada dos o tres escalones y volteaba cada vez que paraba para apreciar la casa en ruinas. —Debe ser del siglo XVI, no? —Sí, John Spencer la estaba restaurando y recreando. Esta escalera, por ejemplo, es una pirámide, es como ir subiendo por el templo de Kukulkán en Chichén… —¿Quién era Spencer? —Es una historia larga de contar, luego te damos un ejemplar de Saving Lowry’s Eden, allí hay una reseña que preparó John Prigge para que te enteres. Uno de los sueños de Spencer era hacer un centro Lowryano en Cuernavaca, primero en la casa donde el propio Lowry vivió y luego aquí. —Bueno, algo de nosotros perdura. De mí sólo va a quedar la traducción que hice de la novela. —¿Crees que es tu mejor trabajo? —No sé, pero es algo que va a perdurar. —Bueno, de eso nos hablarás, no? —Trataré… Llegamos a la sala en el momento en que Nigel Foxcroft dictaba una larga conferencia acerca del modo en que Malcolm Lowry había buscado su propia salvación y la del mundo. Raúl se sentó adelante y, deteniéndose en su bastón, entró de lleno en la conferencia sin hacer caso de las voces que por lo bajo decían, “ya llegó el maestro”, “ah, el maestro”, “miren, el maestro”, “maestro, por favor”, “que suba el maestro”, “háganle un lugar al maestro”; Alberto Rebollo, que coordinaba la mesa, por un momento, quedó confundido, pero cuando se repuso decidió dejar a Raúl tranquilo en espera de su turno. Nigel siguió en su propio flujo… Más tarde, Paco Rebolledo presentó a “Raúl Ortiz y Ortiz, traductor de Bajo el volcán al español, trabajo que terminó en 1964, maestro de la Universidad Nacional Autónoma de México, diplomático del servicio exterior en Inglaterra, actor de los dramas isabelinos… Dejo con ustedes a Raúl:” “…He seguido los pasos a Ulises por las islas griegas, a Dante en los círculos del Infierno y a Joyce viendo por la rendija de un día a Leopold Bloom… Leí por primera vez Bajo el volcán en francés y en 1957 me propusieron la traducción. Pensé que sería un trabajo de unos ocho meses, pero al octavo, solicité a la viuda de Lowry un plazo mayor. Ella me hizo saber que no era un caso excepcional. Trabajé muy duro por tres años y medio y después de varias versiones y revisiones logré encontrar el ritmo y la respiración de la obra. Trabajaba cuatro horas todas las tardes y los fines de semana me iba al monasterio del padre Lemercier en Cuernavaca, donde podía dedicarme a la traducción los viernes en la tarde, el sábado completo y el domingo hasta medio día. Lo único espantoso es que tuve que aguantar allí una comida incomible… Para mí, el punto cardinal fue la carta del final del primer capítulo, es el documento más conmovedor que haya yo leído de la literatura moderna, el grito más desesperado, más pesimista, más doloroso, que me dio los matices de Lowry en los once capítulos siguientes. Es una obertura que estremece… Entregué el manuscrito muy a mi pesar porque hubiera podido seguir revisándolo y corrigiéndolo y mejorándolo, transformándolo durante mucho tiempo... Para el resultado final conté con las sugerencias de Max Aub, José Emilio Pacheco, Rosario Castellanos, de la que fui muy amigo (estoy obsesionado con que todo mundo lo sepa)... El traductor está verdaderamente solo como el escritor, pero, para colmo: lleva a sus espaldas la mirada amenazante del autor… Hay dos oficios menos ingratos que el de traductor: el de maestro y el de prostituta… Si tengo que elegir para una isla desierta, elijo de la lengua francesa a Proust, de la lengua inglesa a Joyce y del castellano me llevo a Galdós… ¿Qué?... ah bueno, sí, también a Lowry…”
Tras las huellas de Lowry en Oaxaca Por Alberto Rebollo. …le había parecido a Sigbjorn, mientras señalaba con el dedo, que allí, borrosamente y por vez primera, había una vaga señal de Oaxaca.
Similar a lo que sucede con la ciudad de Cuernavaca, la Oaxaca de hoy no se asemeja mucho a la Oaxaca que conoció Malcolm Lowry; el hotel Francia ahora es un hotel de tres estrellas y está totalmente remodelado, incluso la planta baja es, extrañamente, una zapatería, la ciudad está congestionada por el tráfico de automóviles, como casi en todas las ciudades de México, la cantina El Farolito (ubicada en la esquina de la avenida Independencia y Mier y Terán) es ahora una Farmacia del Dr. Simi, etc. Sin embargo la Basílica de la Soledad, con su maravillosa virgen piadosa, algunas hermosas calles del centro histórico, el asombroso convento de Santo Domingo y los increíbles templos de Monte Albán siguen tan o más radiantes que cuando Lowry los visitó por primera vez a finales de 1937, cuando estuvo en la ciudad de Juárez en su primera escapada suicida para conocer el famoso mezcal de Oaxaca, luego de haberse separado de su esposa, la bellísima estadounidense Jan Gabrial. También es cierto que la ciudad y el estado en general siguen poseyendo un tremendo velo mágico que pende sobre sus montañas; desde que uno se empieza a adentrar en sus fantásticas cerranías comienza a darse cuenta de por qué los zapotecas, con su sabiduría ancestral, eligieron este lugar para construir sus ciudades más importantes; difícilmente existe una ciudadela en el mundo más hermosa que la de Monte Albán donde el paisaje natural y las construcciones humanas tengan una correlación tan estrecha y tan inspiradora. Tal vez esté de más recordar que la ciudad es considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO no sólo por sus tremendos vestigios prehispánicos y coloniales sino también por su cuantiosas y exquisitas manifestaciones culturales, gastronómicas, musicales, religiosas, etc., pero lo que más cautivaría el día de hoy a un viajero del siglo XXI que buscara las huellas de Lowry en Oaxaca, serían los pueblos que Lowry visitó en su infausta estadía en Oaxaca: Cuicatlán, Tomellín, (Tomalín en Bajo el volcán ) Nochixtlán y por supuesto, el mítico Parián. Durante su estancia en Oaxaca, Malcolm Lowry visitó múltiples cantinas de la ciudad. En una de ellas, de nombre La Covadonga, de pronto se le acercó un joven y le dijo en inglés: “veo que está usted muy turbado con sus pensamientos, debería dejar de preocuparse” Se trataba de Juan Fernando Márquez (o Juan Fernando Atonaltzin), quien había estudiado farmacéutica en la Universidad de México y dominaba varios idiomas. Iniciaron así una gran amistad, fueron a Monte Albán, bebían por las noches en el Farolito y en las mañanas discutían sobre filosofía en las oficina del Banco Ejidal. Lowry en varias ocasiones fue sacado de la cárcel por su amigo, e incluso le prestaba dinero para que pagara sus deudas en las cantinas, en una ocasión lo defendió de un grupo de enfurecidos borrachos que lo querían matar. Fernando trabajaba para el Banco Ejidal, entidad que se encargaba de llevar el dinero a los campesinos para que ellos cultivaran la tierra y luego pagaran sin intereses, una idea del Gral. Lázaro Cárdenas para revitalizar al campo, y Fernando tenía la peligrosa misión de fungir como jinete y mensajero, encargado de entregar los dineros cruzando pueblos y rancherías a caballo. En una ocasión, entre finales de enero y principios de febrero de 1937, Fernando le invitó a hacer algunas entregas a Cuicatlán para de ahí dirigirse a Nochixtlán, pasando por Parián. Pues resulta que en el camino casi fueron baleados por paramilitares de derecha que estaban bajo las órdenes de caciques fascistas (que como sabemos siguen existiendo en Oaxaca), quienes tal vez los ubicaron como emisarios del gobierno de Cárdenas. Seguramente, de esta experiencia a Lowry le surgió la idea de que el indio de su novela fuera asesinado por una de estas cuadrillas de bandoleros: “Asaltado con frecuencia por bandidos que criminalmente gritaban ¡Viva Cristo Rey!, blanco de balas disparadas por enemigos de Cárdenas apostados en los campanarios de reverberantes iglesias.” Durante esta travesía, de pronto, el escritor inglés perdió accidentalmente el caballo, y antes de que intentaran conseguir otro, Fernando le ofreció tomar el suyo y corrió detrás de ambos por más de 20 millas sobre maleza vil y terracería. Lowry le vivió por siempre agradecido, no sólo por este tipo de actos, comunes en su amigo zapoteco, sino porque también lo acompañó en la pena de haber perdido a su esposa, lo curó de sus enfermedades y le dio valiosos consejos que le servirían para toda la vida… Juan Fernando le dijo en alguna ocasión, refiriéndose al alcoholismo: “La enfermedad no está sólo en el cuerpo sino en aquello que solía llamarse alma…” Lowry siempre le consideró su mejor amigo, sin embargo, cuando regresó a buscarlo a Oaxaca en 1945-46 con su segunda esposa, resultó que, trágicamente, su amigo había sido asesinado en un pleito de cantina, tal como había muerto el Cónsul, (su héroe trágico en Bajo el volcán) y por cierto como había muerto también Christopher Marlowe, el escritor de la versión más trágica de Fausto. Se habían visto por última vez en El Parián, y tal vez por eso Lowry decidió inmortalizar el nombre del pueblo donde vio por última vez a su amigo y también le dedicó el título de su siguiente novela: Oscuro como la tumba donde yace mi amigo. Visitando estos lugares se da uno cuenta de que Cuicatlán es un pequeño pueblo pintoresco con una hermosa montaña roja como telón de fondo, una pequeña iglesia y un simpático mirador al cual es casi imposible llegar por lo escarpado del camino. El canto de unos insectos conocidos como “catanes” suena todo el tiempo y de ahí le deriva su nombre, que significa, “lugar del canto”, el personaje más conocido de esta zona es María Sabina. Nochixtlán es un pueblo ya bastante populoso, hay bancos, plaza, mercado y la moderna super carretera que pasa cercana le ha traído bienestar y cierta prosperidad. En contraste Tomellín, es un pueblo desolado y triste, debido a la ausencia definitiva del ferrocarril que fue privatizado y luego desmantelado, lo cual significó su agonía. Sólo quedan por ahí algunos vagones abandonados y una estación del tren en ruinas. Pero el premio mayor a la desolación se lo lleva el poblado de El Parián, ubicado en el Valle del Etla, en el municipio de San Jerónimo Sosola, a 80 km de la ciudad de Oaxaca y a 16 km. de la desviación de la super carretera Oaxaca-Tehuacán. Enclavado en un pequeño valle en la sierra de Oaxaca, Parián es hoy un auténtico pueblo fantasma. Sus montañas aledañas parecen paredes que por las noches obstruyen al pueblo de cualquier rayo de luz de luna, sería difícil encontrar un lugar más lúgubre y melancólico; no hay nadie en la calle, no hay un solo negocio abierto, sólo se escucha el soplido del viento y las aguas del río, la mayoría de las casas, construidas de adobe, están totalmente en ruinas, la estación del tren abandonada, las vías se observan con dificultad entre las hierbas ya muy crecidas. Curiosamente Parián, más que lowriano, es un lugar absolutamente rulfiano; sólo falta que el viento susurre: “Este pueblo está lleno de ecos. Tal parece que estuvieran encerrados en el hueco de las paredes o debajo de las piedras. Cuando caminas sientes que te van pisando los pasos. Oyes crujidos. Risas. Unas risas ya muy viejas, como cansadas de reír. Y voces ya desgastadas por el uso. Todo eso oyes. Pienso que llegará el día en que estos sonidos se apaguen.” Así que siguiendo las huellas de Lowry encontramos a Juan Rulfo, en un pueblo fantasma absolutamente real, a plena luz del día, sin una sola alma que pudiera explicarme que pasaba ahí o más bien por qué no pasaba nada, incluso, como si fuera película del oeste, algunas puertas se escuchaban rechinar volviendo la situación entre espeluznante e irrisoria al mismo tiempo. Para un observador externo, el tiempo que pasas en Parián te parece un instante, aunque para sus escasos pobladores seguramente el tiempo se ha detenido por completo… otra dimensión. Casualmente hay una cantina, cerrada desde luego, que increíblemente lleva por nombre “El Farolito”, justo atrás de ella hay una barranca que conduce al río, y por si fuera poco para hacerle coincidir más con el Parián de Bajo el volcán, éste fue un pueblo con tradición política y militar importante desde antes de la revolución, por lo que perfectamente aquí pudo haber sido acribillado el Cónsul, a manos de “los sinarquistas”. La violencia en México y la tragedia parecen ser endógenas. En el Parián oaxaqueño están todos los elementos del Parián de Bajo el volcán; la cantina al borde de la barranca, la policía secreta, el peligro, la oscuridad, la soleda, sin embargo no había sido explorado en este sentido. Tampoco se sabe mucho de los días en que Lowry visitó este poblado en compañía de su amigo Juan Fernando, los biógrafos sólo mencionan que en este poblado se despidió para siempre de su amigo, pero es evidente que estuvo bebiendo algunos días aquí, extrañando a su mujer y llorando por ella, y seguramente de aquí también se le ocurrió incluir en su novela la siguiente referencia: “Un abismo casi perpendicular llegaba hasta el fondo de la barranca. ¡Qué lugar tan oscuro y melancólico! En Parián, Kubla Khan...” La relación que Lowry hace con Xanadú, al sustituirla por Parián, es extraordinariamente precisa porque en Kubla Khan fue escrito por Coleridge al despertar de un sueño que le produjo el uso del opio, y en él se describe a una región remota y antiquísima, un poema de una resonancia extraordinaria y de una serie de imágenes míticas fantásticas, así que compararlo con Parián, resulta en uno de los aciertos poéticos más grandes de Lowry. El Parián es tal vez un lugar tan terrible e infernal como Lowry lo imaginó: “Parián parece tener algo siniestro…” , “Así es que a media noche, me fui en el Plymouth a Tomalín para ver a Cervantes, mi amigo tlaxcalteca, el gallero del ‘Salón Ofelia’. Y de ahí vine a Parián, al Farolito donde estoy sentado ahora, en un cuartito vecino a la cantina, a las cuatro y media de la madrugada, bebiendo ‘ochas’ y luego mezcal y escribiéndote todo esto en una hoja de papel que robé en el Bella Vista la otra noche…” Definitivamente Lowry tenía mucho de profeta y su visión apocalíptica del mundo es cada vez más espantosamente real. Pienso ahora, dolorosamente, en el derrame que la British Petroleum provocó en el Oceáno Atlántico, en el volcán que paralizó a Europa durante varias semanas y en la isla de hielo que se ha desprendido del polo norte, en los incendios en Rusia, etc. y me doy cuenta que, desafortunadamente, vamos hacia la catástrofe. Pero bueno, el hecho es que El Parián existe, aunque es un pueblo fantasma, detenido en una burbuja del tiempo. Desafortunadamente, su cantina El Farolito, aunque romántica, “no estaba en Parián sino en Oaxaca, en parte, por supuesto, ya que en parte era El Bosque en Oaxaca y La Universal en Cuernavaca.” Lo importante de todo esto es que a raíz de este viaje con su amigo Juan Fernando, Lowry obtuvo el material necesario para ir construyendo su novela e imaginar a su héroe indígena muerto por estos rufianes. Lo más probable es que haya tomado notas, como solía hacerlo y que después las rehiciera durante su estancia en Dollarton, Vancouver. La forma que le fue dando a la geografía y la historia de México es como una especie de “collage mental”, nunca un error, una especie de México donde deliberadamente se sobreponen algunas imágenes a otras, fundamentalmente de las de Cuernavaca y las de Oaxaca, o tal vez sea más claro como lo explica William Gass: “Lowry no está describiendo un lugar, lo está construyendo” Una más de las maravillas de México es que durante el siglo XX haya inspirado a grandes escritores, nacionales y extranjeros, a escribir sus mejores novelas: Bajo el volcán a Malcolm Lowry (1947), Pedro Páramo a Juan Rulfo (1955) y Cien años de soledad a García Márquez (1967), por mencionar sólo a algunos cuyos temas fluyen entre la realidad cotidiana y los fantasmas que habitan esta tierra, espectros a quienes es fácil percibir entre los incontables muertos que viven en México desde hace cientos o miles de años y que todo parece indicar que seguirán sobrepoblando los panteones en su camino a “Aquel glorioso Parián, yermo donde el hombre jamás tenía sed…”
A: Sabemos de tu traducción de Bajo el volcán, que ha sido reconocida en todo el mundo hispano…
R: Y adulterada porque Era le vendió los derechos a los españoles, lo que es la traducción mexicana la cambiaron para una serie de expresiones de churumbeles, no sé si lo viste tú…
A: No he tenido la oportunidad Raúl, pero pues lamentable porque pues no te piden ni opinión ni te avisan ni nada…
R: Nada, absolutamente nada…
A: ¿Entonces cómo es tu relación con la editorial?
R: Ellos pagaron hace muchos años por la traducción y la han vendido varias veces…
A: ¿Qué nos puedes platicar de tu vida diplomática, donde te gustó vivir más?
R: En Londres,
A: Claro, (risas), muy bonito ¿verdad?
R: Aunque tengo un pasado francés muy decisivo, pero la vida en Londres, en donde viví era un lugar espléndido, en Chelsea, en terrenos que fueron propiedad de Tomás Moro, a la vuelta de la casa de Oscar Wilde, en donde Tomás Moro tomaba el barco para ir a Hampton Court entrevistarse con Enrique VIII…
A: ¿Cuánto tiempo estuviste por allá Raúl?
R: Cinco años, cuando llegué me dijeron los de la embajada que no iba a durar ni seis… semanas porque me iban a hacer la vida pesada, y lo hicieron, pero no, no me derrotaron.
A: Discúlpame que no entre de lleno al tema literario pero queríamos preguntarte sobre tu vida sentimental.
R: Una de las razones por las que fui tan feliz en Londres fue porque encontré una compañía magnífica que me enriqueció y yo la enriquecí mucho, pero soy muy egoísta y no me puedo comprometer a vivir exclusivamente con una persona, ahora mis cariños fundamentales son los animales,
A: ¿No tuviste hijos?
R: Nunca he tenido hijos, siempre tomé las precauciones para la seguridad de nunca tener hijos, es un mundo muy macabro el que estamos viviendo ahorita…
A: Desafortunadamente así es Raúl, ya ves ahorita el derrame que está en el Golfo de México, este calorón tan horrible que nos está golpeando todos los días,
R: A todo el mundo, los tsunamis,
A: Sí, los temblores que ha habido… estamos viviendo tiempos muy feos.
R: Yo creo que estamos viviendo una época que merece llamarse apocalíptica, ¿ya leíste lo que escribí para tu ensayo?
A: Pues en eso estaba Raúl…
R: Bueno, vamos a continuar y ahorita…
A: Sí, retomamos, ahorita… oye Raúl, ¿cómo fue tu primer encuentro con Bajo el volcán?, parece ser que lo leíste en francés, ¿cómo te llegó?, ¿qué sentiste?
R: Por eso te digo que es muy importante mi pasado francés porque yo tuve una especie de padre espiritual que fue socio de mi padre y que me conoció desde los seis años y a los 16 me tomó como discípulo y cuando el chofer de mi padre iba a buscarlo a la oficina me llevaba los viernes y yo tomaba una clase con él de las seis a las nueve o diez de la noche que me traía aquí a la casa, me hizo hablar francés en cinco semanas, de veras, y gracias a eso tuve mucha relación con gente de la embajada de Francia y los primeros que me hablaron del volcán fueron, un primer secretario de la embajada de Francia y su esposa… traté de leer varias veces el volcán en francés y no pude, lo trate de leer varias veces en inglés y no pude… y un día algo pasó que ya pude entrar al primer capítulo y ya se me abrió el cielo…
A: Sí, pasaste esa primera barrera que es a veces difícil de superar con Lowry cuando no te queda claro hacia dónde va o de qué se está tratando, pero pasada ese momento ya…
R: Ya fue totalmente distinto…
A: Entonces eso estamos hablando de ¿qué?, ¿1960 o…?
R: 57-58…
A: ¿Hasta que año estuviste en Francia?
R: 58-59 y regresé en el 60
A: ¿Entonces lo terminaste de leer en inglés?
R: Sí, en inglés
A: ¿Y por qué te recomendaban ese libro o qué?
R: Porque para ese matrimonio de franceses diplomáticos fue una magnífica introducción la lectura del volcán a México, una magnífica introducción a México…
A: Les gustaba México…
R: Que era la visión más completa que pudieron haber tenido sobre México,
A: En Francia hasta la fecha es muy valorado Bajo el volcán, ¿verdad?
R: Muy, muy valorado…
A: Más que en… cualquier otra parte, creo…
R: Así es…
A: Desde luego más que en Inglaterra, ¿más que en México, crees?
R: Yo creo que en México, no sé si tenga muchos… ¿tú crees que tenga muchos adeptos?
A: No, no, muy pocos…
R: Pero muy, muy…
A: Sí, muy… aguerridos, digamos, (risas)… Sí, muy serios…
R: ¿A ti como te llegó el libro?
A: Me lo recomendó un profesor de la facultad de filosofía y letras, que se llamaba Salvador Medrano, quien por cierto también me regaló esta revista de la Universidad de México, especial sobre Lowry de 1964, me dijo que la dejaba en buenas manos, ya falleció hace unos pocos años…
R: Es un buen material eh, no se puede conseguir eso…
A: Sí, es invaluable… Él nos recomendó leer Bajo el volcán, entre muchas otras obras…
R: Colin White no fue tu profesor?
A: Sí, pero a él le disgustaba el tema porque, un día le pedí que fuera mi asesor de tesis y me dijo que él “no estudiaba borrachos” o una cosa así, o sea prácticamente descalificó la obra por tratarse de alcoholismo y varios profesores míos de la facultad que eran ingleses o no conocían la obra de Lowry no les gustaba, entonces, es muy raro, como que no cualquier persona le entra a estos temas…
R: Pero hay una gran bibliografía ya ahora,…
A: Sí, está creciendo… (Mira la revista) Salvador Medrano era un excelente profesor, en su clase discutíamos la novela y cuando lo empecé a leer, porque primero en las clases se discutía y ya había compañeros que habían leído y me llamó mucho la atención porque yo dije pues ¿quien es el Cónsul?, ¿por qué estaba tan enamorado? y me empezó a intrigar y cuando empecé a leerlo me gustó tanto, me sentí tan…
R: ¿Tú no bebes verdad?
A: Sí, sí, Raúl, sí bebo…
R: ¿Eres dipsómano?
A: No tanto como Lowry, pero creo que… casi, casi…Y me empecé a enfrascar realmente porque es tan nostálgico, tan envolvente que si te atrapa ya… ya no puedes salir… y desde entonces pues he seguido…
R: Ahora yo te voy a hacer una pregunta ¿por qué le dan tanta importancia a mi traducción?
A: Bueno porque la mayoría de nosotros pensamos que es una excelente traducción…
R: ¿Por qué?
A: Porque tiene el vocabulario adecuado, la traducción debió haber sido de ese estilo; en México, en Cuernavaca con alguien que conociera la cultura, que interpretara y que entendiera a fondo lo que está diciendo Lowry…
R: Es lo que digo yo de tu ensayo…
A: Gracias Raúl, y necesariamente la cultura inglesa y la cultura mexicana y todo lo que tenía que ver con la historia y con el arte, o sea una serie de cosas indispensables que tenían que estar ahí y nos parece que lo resolviste de manera excelente, contundente…
R: ¿Tú conoces otras traducciones de Lowry?
A: Sí, hay traducciones de Venezuela, de España, de algunos otros lados, pero…
R: Yo no las conozco por eso te quería preguntar
A: Sí, es que ellos confunden algunas palabras, confunden algunas cosas, pues porque no conocen la cultura ¿no? Y es algo que justamente tú logras muy bien porque conoces bien la cultura, el idioma, los retruécanos y toda la complejidad que hay a la hora de hacer una traducción de este tipo, literaria… pero platícanos un poco de esto de cuando hiciste la traducción, alguna vez comentaste que te pasaron algunas cosas medio extrañas ahí, curiosas…
R: Sí, estaba en el hotel Marik, era un hotel que estaba en la plaza de Cuernavaca, entrabas al nivel de la calle y luego bajabas dos tres pisos y tenía un gran jardín con la alberca y entonces, en mayo de 1961 en unas vacaciones me fui a Cuernavaca, me hospedé ahí, porque ahí estuvo también Alfonso Reyes muchos años antes, él murió en ‘59 y yo lo visitaba en Cuernavaca antes de irme a Europa en ‘56-‘57… y me levantaba y me echaba un clavado en la alberca y me ponía a trabajar a las nueve de la mañana y cuando estaba traduciendo el tercer capítulo, el de la cabalgata de Yvonne con Hugh, que la niña les ofrece un armadillo, salió el armadillo del jardín, al lado de la alberca y cuando se lo conté a la mujer que conoció a Lowry, que era… Winifred Scott se llamaba, me dijo que era un armadillo que ella había tenido y se le había perdido hacía muchos años… luego el perro muerto que aparece en la fotografía de Bob Schaljwijk, fue también una sorpresa, no la tomamos por el perro, la tomamos por la barranca y cuando la revelamos apareció el perro muerto…
A: (Risas) que cosas tan curiosas no?
R: Sí, hay que estar bien con Lowry porque, a mi me ha ayudado mucho, pero te suelen pasar cosas extrañas, yo no creo en la magia, pero algo extraño pasa…
A: Exacto, exacto Raúl, yo comparto totalmente tu pensamiento… y hablando de cuestiones mágicas y poco científicas… ¿qué nos puedes decir de tu pensamiento religioso Raúl?
R: Yo fui profundamente católico, fui educado por Maristas, por Jesuítas y abortivamente por una academia militar… abortivamente porque al cabo de un primer año, me escapé todo el tiempo y no,…
A: Qué bueno Raúl, hiciste bien, (risas)
R: Y basta estudiar la historia de la iglesia y la historia del vaticano y los papas para que se te caigan las alas del corazón y si Cristo existió, y yo creo que sí existió, fue un producto comercializado por una serie de intereses políticos a partir de Justiniano…
A: Sí se ha utilizado por la iglesia para sacar provechos políticos y económicos…
R: Creo que la posición filosófica y social del cristianismo es muy importante porque es el primero que habla de la fundamental igualdad entre los hombres; todos somos hijos del mismo padre y todos tenemos que ayudarnos, eso es lo que he guardado yo del cristianismo, he procurado, he acumulado muchas riquezas de carácter cultural que no valen nada desde el punto de vista económico, estoy en la víspera de cumplir 80 años, y sigo trabajando como si tuviera 15 a ver hasta cuando aguanto…
A: Sí Raúl, trabajas todos los días, oye Raúl y… Douglas Day, dice que Bajo el volcán es la novela religiosa más importante del siglo XX…
R: Así lo pienso yo también…
A: Y estamos en el tema del cristianismo y de la cultura occidental, ¿qué elementos ves en la religiosidad de Bajo el volcán?, porque, así como él le reza a la virgen de la soledad o le reza a… pues a casi cualquier santo que se le aparecía, ¿verdad…? ¿Qué te dice la religiosidad de Lowry?
R: En el capítulo XI en el momento en el que el caballo va a aplastar a Yvonne, dice Lowry que hay momentos en la vida donde se abre la ventana y aparece Cristo, ¿recuerdas eso?
A: Aja,
R: Ese es el pensamiento fundamental también que es el pensamiento fundamental también que anima toda la filosofía de La caída en Albert Camus, que lo he llamado en mis conferencias… “el gran ateo cristiano…”
A: Camus tiene un pensamiento religioso también bastante profundo ¿verdad?
R: Sí, por ejemplo, en el personaje de el L’Étranger, todo ocurre en Argelia, no es árabe, pero es argelino… pero él es ajeno a todo, ajeno al pensamiento, en el sentido del “no vale nada la vida”, la muerte está al acecho… también lee La caída y leyendo La caída vas a ver como coincide con los lineamientos del capítulo VIII del Volcán, cuando encuentran al indio muerto en el camino, ¿te acuerdas?
A: Sí…
R: Por qué no nos vemos la semana que entra porque ya me empieza a inquietar que no encuentro algo y…
La Fundación Malcolm Lowy se encuentra trabajando en un homenaje a Raúl Ortiz y Ortiz, único traductor de Bajo el volcán al español, mismo que será publicado en este nuestro blog en unos días más. Por lo pronto les adelantamos una probadita...
El mezcal de la calavera por Mario A. Carrillo Ramírez-Valenzuela
“Pensó: 900 pesos = 100 botellas de whisky = 900 idem de tequila. Ergolis: no debía uno beber tequila ni whisky, sino mezcal” Malcolm Lowry
I
(Diario de Martin Ninck, 10 de Agosto de 1957) Los rumores dicen que el arqueólogo Herman Bartleby lo halló en una antigua tumba Zapoteca en el año de 1936. Acurrucado entre collares, plumas, estatuillas, hojas de tabaco y medallones de cacao, el esqueleto abrazaba fieramente una vasija. Como si se tratara del corazón del mundo o la esencia de los espíritus, los huesos, que alguna vez fueran manos, sostenían el recipiente de barro con delicadeza: “la precaución que acompaña al hálito oscuro de algunos muertos…” en palabras de Bartleby. El barro negro tenía motivos mortuorios. Volando eternamente hacia la izquierda, de manera inocente y perturbadora, unos pájaros habían sido tallados en el cuello. El arqueólogo no dudó y tomó la vasija. Solo, en la habitación de un motelucho oaxaqueño, Bartleby abrió la tapa del contenedor. Un vaho oloroso saltó del interior, impregnando el cuarto de un aroma a copal y maguey. La exhalación hizo que Bartleby retrocediera pero, al respirar, el arqueólogo supo de inmediato lo que tenía enfrente: “El mezcal es una bebida perentoria, un brebaje iniciático, uno se pone en contacto con las fuerzas que rigen la circulación del mundo…” Esa noche, ni los indios que vendían artesanías en el portal de la posada, ni el gerente tuerto, ni las muchachitas que se prostituían por obligación de sus padres, penetraron en la conciencia de Bartleby. “Yo fui, yo era, yo estaba siendo el centro del universo, con el primer trago construí el mundo, mi mundo, y entonces ya no estaba en México, ni había gente extraña dando risotadas, con ámpulas en la piel y bigotes a medias. Tampoco era Inglaterra y nubes borrascosas y el eco del Big Ben acosándolo a uno en cada esquina…” Bartleby vertió el contenido en una botella para guardar la bebida; la forma del envase era la de una deidad Zapoteca con el rostro cubierto por una máscara, la máscara de la muerte. El cristal era opaco, esto le daba al líquido un color plateado tan peculiar como el sabor: “es puro, ardiente y frío, es un agua maligna. Acentúa la desesperación del hombre, contradice sus pensamientos y los reformula. El sabor es la síntesis de la ideas, el paladar es la hoja donde se ensaya, se tachonéa, se borra y se impregna la sentencia mortal” Herman Bartleby desapareció en mayo de 1956 en la ciudad de Cuauhnáhuac, donde fijó su residencia. Ahí contrajo matrimonio con una mestiza muchos años menor que él. No tuvieron descendencia. Poco tiempo después de establecerse en la ciudad fundó la compañía “Mezcal de Plata”, que continúa elaborando la bebida y distribuyéndola por encargo. La lista de compradores es extensa, los nombres que se hallan en ella son los de importantes personajes. Muchos son polémicos intelectuales y artistas, otros, odiados dirigentes y político. Incluso aparecen nombres desconocidos o de fantasmas de la creencia popular. La mujer de Bartleby es una ermitaña que labora a la sombra de los ojos del sol. Los lugareños creen que ella fue la que asesinó al marido para quedarse con la fortuna. El cuerpo probablemente haya sido enterrado en alguna parte del jardín trasero. La policía no puede hacer nada, las pruebas son insuficientes para pedir una orden de cateo. No hay testigos ni indicios claros…
II
Herman Bartleby conoció al escritor inglés Malcolm Lowry en 1930 en una taberna londinense. Lowry había entrado completamente borracho, despeinado y ahogándose con un cigarro de tabaco negro. Brumoso, se acercó a la barra. En el rostro se le dibujaba una mueca soberbia y discriminante, como diciendo “yo soy mejor que todos ustedes, podré estar muy ebrio, pero no me llegan ni a los talones”. Pidió un vaso de ginebra. Arrastró cada sílaba al decir “vaa-ssoo-ddde-giii-nnne-brrraa”, el tabernero le asentó la bebida y le advirtió que no quería problemas, no dentro del establecimiento. Sentado junto a él, Bartleby estaba bebiendo un whisky, escribía en una libretita de tapas de cuero café al igual que el líquido de su vaso. Lowry, curioso, se plantó atrás del hombre y en un movimiento rápido le quitó la libreta. “¡Hey, le dije que no quería problemas!”, gritó el tabernero aporreando una botella de Scotch. Lowry no le prestó la mínima atención. Era el rey de los borrachos y podía hacer lo que le pegara en gana. “Yo tengo dinero, usted alcohol, sólo continúe sirviendo y cállese”, esta vez la oración sonó perfectamente limpia, sin seseos ni hipos. “¿Qué es el mézh-calh?”, preguntó Lowry justo antes de que el enorme puño del tabernero irrumpiera contra sus dientes. Tras un vuelo fulminante, Lowry aterrizó en una mesa partiéndola en dos, haciendo estallar botellas, vasos y ceniceros. Todos los presentes callaron asombrados por el escándalo. Se levantó. Lo único que se oía era el crujir de los cristales. El rostro ensangrentado, los brazos mojados y cortados, la escarcha de botellas cayendo del pantalón, Lowry estaba hecho jirones. Caminó hacia la barra, tambaleándose, como si se encontrara en la cuerda floja de un circo. Ante la mirada enfurecida del tabernero, tomó la botella de ginebra y le dio grandes tragos. De su garganta explotó un grito de guerra, altivo, remoto. Cogió al tabernero de la camisa y lo aventó fuera de la barra. En el piso, lo pateó violentamente y lo llevó al baño, donde azotó su cabeza en el retrete. “Hijo de perra”, alcanzó a decir. Varios borrachos salieron asustados del baño, pringados de orín y con hilillos de vómito colgando de la boca. No podían creer lo que habían visto. Lowry parecía estar poseído por un perro de peleas. Cuando regresó del baño, Lowry tenía las perneras del pantalón húmedas y, tras de sí, el agua rancia comenzaba a fluir como si él la llamara. Bartleby continuaba sentado en la barra, atónito. El escritor agarró la botella de ginebra y la finiquitó de un largo trago. “Muy bien, cuénteme ¿qué es eso del Mézh-calh?”
III
(Diario de Martin Ninck, 14 de Agosto de 1957) La gente de Quauhnáhuac llama a la mujer de Bartleby “la loca del gringo”, otros “la loca que mató al gringo”. Nadie está seguro de su verdadero nombre, lo más probable es que sea María como todas las mujeres de este país. La casa donde vive, resguardada por una barda de tres metros de ladrillos, se encuentra en la calle Humboldt. El barrio no está pavimentado. Los caminos son de tierra, pero planos, sin huecos ni piedras. Desde el techo de una casa abandonada observo a la mujer; la estudio detenidamente. La altura me permite ver una vivienda de cinco o seis cuartos, de una sola planta con jardines que la rodean y una bodega de gran tamaño separada del edificio principal. Ahí debe elaborarse el famoso “Mezcal de Plata”. Me parece increíble que ella sola realice todo el proceso de producción de la bebida. Lleva una rutina simple e invariable: muy temprano en la mañana cruza a la “fábrica”, horas después regresa a la casa para comer (la cocina tiene una ventana por donde puedo verla, siempre come sola); a las seis de la tarde riega los jardines y hace trabajos botánicos, tarareando una canción que no termino de reconocer. Cada quince días, los lunes, una carretilla tirada por una mula levanta el polvo del camino y para en la casa Bartleby. Un campesino agita con desgano la campana que cuelga junto a la puerta. El hombre tiene la espalda completamente encorvada, es un anciano. Espera unos minutos hasta que en el umbral aparece la mujer de Bartleby. Entre ella y el anciano bajan de la carreta diez sacos con pencas de agave. El viejo no entra a la casa. Esto dura entre diez y veinte minutos, luego el campesino se va seguido por un telón de tierra. He hablado con él, no sabe nada, ni siquiera el nombre de la mujer (él la llama “la mujer del gringo”). A pesar de la imagen huraña que los pueblerinos me pintaron, ella no parece arrojada a la demencia, ni siquiera presenta manías extrañas salvo su “actitud antisocial”. A veces creo que es consciente de que la espío, que me presenta un rostro falso, encubriéndose… tal vez ese vestido blanco, esa luz ceñida a su cuerpo, sean para despistarme… No tengo más remedio que seguir investigando. Si la noche me brinda una condición de gato, si la curiosidad propone una capa que me haga invisible, uno con el sonido de los grillos, entonces entraré a la casa. Me pregunto si la mujer de Bartleby andará por las habitaciones hablando dormida. La imagino caminando por los pabellones de la casa, serena, con un camisón de niebla delgada, apenas difuminando su vientre, su ombligo nocturno. Me pregunto qué tanto finge un sonámbulo el sueño vívido. Si la beso ¿soñará que soy yo?, si la toco ¿verá mis manos en las nubes del deseo? Esta mujer es una asesina. “María”, “la loca del gringo”, ¿quién es realmente? Colocó su voz al pie del abismo y la pateó, sonriendo, disfrutando la extinción de la alborada. ¿Asesina o asesinada? El eco del nombre Herman Bartleby vuela desde las entrañas del volcán…
IV
- Así que éste es el mézh-calh, ¿eh? – Lowry acercó la boca de la botella a su nariz e inhaló, con la actitud de un perfumista veterano – no parece nada extraordinario… bue… eso no lo sabré hasta haberlo probado, ¿no? Un lugar pequeño y en penumbra. La mañana no lograba deslizarse a todas las mesas de la cantina “El farolito”. La madera fuerte y barnizada, los posters de mujeres en posiciones provocativas, tan calientes como el clima, se diluían en ese ambiente onírico donde unos cuantos borrachos jugaban al dominó, apostando los billetes que ganaron en la quincena. El cantinero, un menor de edad hijo del dueño de la cantina, atestiguaba la charla entre dos sujetos. Eran como animales extraños, estos ingleses, exhalando las virtudes de las cantinas mexicanas y su alcohol. Realmente era una escena cómica: vestidos de traje con el rostro colorado al que pasaban continuamente un pañuelo para limpiar el sudor que chorreaban, fumando puros en la barra de una cantina donde la pintura de las paredes estaba pelándose y el abanico amenazaba con caerse del techo; rodeados de campesinos que se sacaban los mocos sin ningún reparo, apestosos del olor a meadero que se impregnaba en el lugar. El contraste era inevitable. Lo único que ligaba a estos seres en decadencia era el alcohol. Tanto aquel campesino gordo que carecía de dientes como el guitarrista de la entrada, con su rostro amargo, vivían de la “bevida”. - ¡Aa-mii-goo! Esto es… es… ¡magnífico! - el guitarrista que tocaba ensimismado, en la mera entrada de la cantina, paró su mano en el último acorde, asustado de momento por el grito de Lowry, “pinches gringos”, pensó - ...mierda, es increíble, amigo. Siento que con unos cuantos más quedaré absolutamente ebrio… este aroma, el sabor… mi garganta arde como si hubiera bebido lava, pero se siente bien… Bartleby le contó de su descubrimiento en la tumba zapoteca, el mezcal que cuidaba el esqueleto era mucho más fuerte que éste y además tenía propiedades asombrosas. Le habló acerca de los sacerdotes que en sus rituales ingerían el licor y luego se arrojaban al piso vomitando porque no soportaban las vertiginosas visiones que llegaban a sus mentes. - Tomarlo significaba entrar en otro plano de la realidad… era una bebida que podía ayudar a dilucidar cualquier misterio, cualquier problema que aquejara a la comunidad. El mezcal abre la puerta a grandes revelaciones, el conocimiento asomará en los ojos de quien lo haga… pero darle un trago al mezcal de la calavera, es darle la bienvenida a la muerte… qué contradicción… se necesita ser muy estúpido para adquirir todo el conocimiento. He probado algo: rebajar la pureza del alcohol mezclándolo con agua, aun así la bebida es muy fuerte. El “Mezcal de plata” no es más que la versión suave del mezcal de la calavera. Esta botella – señalaba la que estaba en la barra – es el destilado común y corriente, sólo las entregas especiales del “Mezcal de plata” contienen a la calavera… Sería un caos vender el producto original, el efecto que causa puede resultar traumático a una persona no iniciada… Lowry rió estruendosamente, su amigo le estaba tomando el pelo. No creía esas historias de sacerdotes indígenas y poderes mágicos. Sopesó la posibilidad de una gran broma elaborada cuidadosamente semanas antes de su arribo a México, este paraíso infernal. - ¿Esperas, acaso, que crea toda esa mierda que acabas de inventar? – dijo Lowry mientras observaba un gusanillo rojo en el fondo de una botella.
V
(Diario de Martin Ninck, 15 de Agosto de 1957)
Regresé hace dos horas, ya sé quién es el asesino. Soy yo. Me he fugado con María. He visto cosas horribles, pero esto es inenarrable… el gobierno británico tendrá que perdonarme pero yo, Martin Ninck, renunció a mi cargo como detective. Me desligo de toda relación con la reina y con la isla, no pienso volver. La clave del misterio está en la amistad de Herman Bartleby con el escritor Malcolm Lowry. Éste necesitaba del mezcal para terminar una novela en la que se encontraba trabajando. Su alcoholismo, el divorcio de su mujer Jan Gabriel y la presión que ejercía el editor Jonathan Cape sobre él, llevaron a Lowry a incurrir en el robo de varias botellas del “Mezcal de Plata”. Bartleby no tuvo otra opción que pedir ayuda a la policía de Quauhnáhuac. Una semana después, el escritor visitó al arqueólogo con la aparente intención de disculparse, pero en un arranque de locura, ante la presencia de María (así es como se llama la mujer de Bartleby), disparó contra él, dejándolo malherido. Aprovechando la oportunidad, hurtó un envase de vidrio que contenía mezcal. Sabemos que Lowry escapó a Canadá donde murió el pasado 26 de junio en extrañas circusntancias… Lo siguiente que voy a relatar es difícil de creer, aunque la verdad no me interesa si soy tomado por un demente. Luego de recibir varios disparos en el pecho y del robo de aquella botella, Bartleby decidió unirse al mezcal; con la ayuda de María se introdujo en un contenedor lleno del alcohol… así se perpetuaría y a la vez produciría el verdadero Mezcal, dice María. Las consecuencias no fueron las esperadas, Bartleby pronto se degradó... Cuando entré en la casa nunca esperé hallar eso: un ser extremadamente delgado, con la piel adherida a los huesos como telaraña y los ojos hundidos. Bartleby me miraba desde la pecera gigante. Aquella figura primigenia me recordó los sueños profundos y antiguos del vientre telúrico, un asco insoportable se apoderó de mí. Así que disparé.