FUNDAÇÃO MALCOLM LOWRY

FUNDAÇÃO MALCOLM LOWRY

Este blogue foi criado com o intuito de unir a comunidade lowryana de todo o mundo, a fim de trocar ideias e informação sobre o autor, promover a organização de conferências, colóquios e outras actividades relacionadas com a promoção da sua obra. Este é o primeiro sítio trilingue feito no México sobre o tema. Cuernavaca, México.


Malcolm Lowry Foundation


This blog was created to comunicate all lowry scholars, fans and enthusiastics from around the world in order to promote the interchange of materials and information about the writer as well as organize events such as lectures, colloquiums and other activities related to the work of the author. Cuernavaca, Mexico.


FONDATION MALCOLM LOWRY

Ce blog a été crée dans le but de rapprocher la communauté lowryenne du monde entier afin de pouvoir échanger des idées et des informations sur l'auteur ainsi que promouvoir et organiser des conférences, colloques et autres activités en relation avec son oeuvre. Cuernavaca, Morelos, Mexique.


domingo, 29 de abril de 2018

Geoffrey Firmin, teólogo II

En México, el Cónsul alimentó su corazón con “ochas” y mezcal y su mente con ideas novedosas. Aquí vino a encontrar una solución inesperada “…donde un pueblo nativo genial y pleno de color posee una religión que rudimentariamente podríamos describir como una religión de la muerte” (Carta a Jonathan Cape, 2 de enero de 1946). La teología mesoamericana incorporó la contradicción como primicia e hizo del dualismo el principio esencial. Los dioses, creadores y destructores del mundo, son fuerzas sobrenaturales y están enfrentados unos contra otros, el cosmos es el enfrentamiento mismo. Incesantemente, crean y destruyen el mundo, determinando de este modo la corriente, el devenir incesante del cosmos y la existencia del hombre. El dios creador, seguido por el dios destructor, vuelve a crear. El cosmos es un flujo continuo de fuerzas antagónicas en movimiento dinámico.
La tradición judeocristiana por el contrario, esconde la muerte, oculta su cara descarnada y resuelve el conflicto afirmando una vida después de la muerte, una vida eterna con Dios, es decir, negando la muerte. Y, en ese escenario, la tierra es un campo de batalla porque los hombres son de dura cerviz, los domina el instinto malo y pecan. De modo que el mundo es perfecto y Dios es todopoderoso, pero el hombre es débil y por su pecado el mal está en el mundo. Fue el pecado del hombre lo que convirtió el paraíso en un valle de lágrimas. Expiar esa culpa primordial es su misión, pero como continuamente está sucumbiendo, se hizo necesario el “enemigo”, el demonio que siembra la desgracia con maña y perfidia.
En el mundo Mesoamericano la muerte está presente y el baile con ella es cotidiano, en el mundo Judeocristiano la muerte está oculta y desconocida. En el mundo Mesoamericano la muerte es parte de la vida y la construcción cotidiana incluye a ambas, en el mundo Judeocristiano la muerte está negada y es la sanción merecida por la culpa. En el mundo Mesoamericano la muerte es la recompensa de la vida, en el mundo Judeocristiano la muerte es el castigo de la vida.
Pero, a través de la niebla del alcohol y con “el sistema eléctrico un poco descompuesto”, cabe la duda: “¡Oh, Dios! –dijo el Cónsul-, ¡Dios!, si el sueño del sombrío mago… fuera el fin verdadero de este puerco mundo...”
FG
Quauhnáhuac
29.04.18


Miniatura del Museo del Estanquillo
Fotografía de Alberto Rebollo

domingo, 22 de abril de 2018

Leonardo Compañ


Conocí a Leonardo Compañ en la cuadrilla de los lowryanos de Quauhnáhuac, era la época en que la Fundación Malcolm Lowry hacía mucho trabajo de divulgación para dar a conocer al autor de Bajo el volcán, que era desconocido en Cuernavaca. Un día, exhibimos, en La Casona Spencer, Las manos de Orlac con Peter Lorre, allí estaba Leonardo y había traído a sus alumnos de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Empezó a explicar la importancia de Las manos de Orlac en la novela, dijo que el título de la película estaba citado dieciocho veces en la novela (no le creí, por supuesto, pero años después supe que era cierto), dijo que Maurice Renard había escrito Les Mains d’Orlac, luego habló de la primera versión cinematográfica de 1924, del cine expresionista alemán, de la versión de 1935 con Peter Lorre bajo la dirección de Karl Freund que también había dirigido El Golem (1920), El último (1924), Metrópolis (1927), Berlín, sinfonía de una ciudad (1927) y después, habló de Peter Lorre y su brillante actuación en Las manos de Orlac y que había trabajado también con Hitchcock en El hombre que sabía demasiado (1934) y leyó el párrafo donde aparece por primera vez el nombre de la película en Bajo el volcán: “Sin aliento, se guareció bajo el pórtico en la entrada del teatro que, no obstante, parecía más bien la entrada de algún lóbrego bazar o mercado. En ella se apretujaban los campesinos que llegaban con sus canastas. Ante la taquilla, vacía por el momento y con la puerta entornada, una gallina solicitaba frenéticamente que se la admitiera (y aquí Leonardo llamó la atención sobre el humor desaforado de Lowry). Por doquier la gente encendía linternas o fósforos. La camioneta con el magnavoz se alejaba en medio de la lluvia y los truenos. ‘Las manos de Orlac’, anunciaba un cartel: ‘6 y 8.30’. ‘Las manos de Orlac, con Peter Lorre’”, y sugirió que para Lowry la película era importante porque le obsesionaba la obsesión del doctor Gogol por Yvonne Orlac, esposa del pianista Stephen Orlac; además, Gogol era un caballero educado y elegante que combinaba esa faceta con otra oscura y perversa, no sólo por la obsesión que sentía hacia ella sino por su atracción hacia lo morboso que lo llevó a asistir a ejecuciones de presos y que eso eran “ciertas fuerzas existentes en el interior del hombre que lo llevan a sentir terror de sí mismo” (Lowry dixit).

Leonardo era un experto, como pocos. Luego se fue a sentar entre los espectadores, en la oscuridad de la sala, como le gustaba estar, tras bambalinas, y empezamos a beber mezcal. Para cuando la película terminó, nosotros estábamos en otra dimensión: habíamos entrado al corazón del Cónsul y de algún modo, inexplicable, por supuesto, lo sabíamos todo. “¡Ah, dijo, todo es tan desmesurado!”.

Hace unos días, Óscar Menéndez me dijo: “Murió Leonardo Compañ”. No lo podía creer. Hablé con Óscar López, el editor de El Perro Azul (¿Se acuerdan?) y me dijo: “Sí, Leonardo murió”. “¡Ah, dije, todo es tan desmesurado!”
FG
Quauhnáhuac
22.04.18




Geoffrey Firmin, teólogo

“El Jefe de Jardineros empujó al Cónsul fuera del alcance de la luz, dio dos pasos adelante y disparó. El relámpago brilló como una oruga geómetra que bajase por el cielo y, tambaleándose, el Cónsul vio por un momento sobre su cabeza la silueta del Popocatépetl empenachado de nieve color esmeralda y bañado de luz…”
La vida tiene un fin abrupto e irremediable y de un momento a otro las personas desaparecen. Ante la insoportable paradoja de una conciencia que surge de la nada para volver a la nada, la mente de los hombres se vio obligada a elaborar un sistema que ayudara a eliminar la angustia de perderlo todo en un instante y prometiera la vida más allá de esta vida atribulada.
Pero el Cónsul Geoffrey Firmin es un agnóstico en el sentido en que el biólogo inglés T. H. Huxley acuñó el término en el siglo XIX, inspirado en la inscripción Agnostos Theos (Al Dios desconocido) que San Pablo afirmó haber visto en un altar de Atenas. El Cónsul está convencido de que nunca será capaz de descifrar los misterios de la creación y, por tanto, se limita a vivir en la finitud. Es la vida de cada día, el sentimiento de la vida de todos los días, la única causa de sentido, aunque, a la vez, nada tan vago, fugitivo y confuso como los días de la vida. Por tanto, no hay conclusiones y lo único sobrenatural es la belleza.
“Y de allí vine a Parián, al Farolito donde estoy sentado ahora, en un cuartito vecino a la cantina, a las cuatro y media de la madrugada, bebiendo ‘ochas’ y luego mezcal y escribiéndote... Creo conocer bastante el sufrimiento físico. Pero lo peor de todo es: sentir que se muere el alma. Me pregunto si, porque en verdad ha muerto mi alma esta noche, siento en este momento algo semejante a la paz…”
El Cónsul, como todos los humanos, impresionado por la muerte, también sistematiza su propia “teología” y su sistema es un intento por reconciliarse con el destino. Sabe que gracias a la muerte existen las pirámides y las catedrales y que la patología y la creatividad de la mente humana son caras de la misma moneda, lo vive en carne propia cada día y trata de llevarlo al límite. “Lejos, por encima de su cabeza, algunas nubes blancas perseguían ágiles, a una luna pálida y jorobada. Bebe toda la mañana, le decían, bebe todo el día. ¡Esto es vivir!”
FG
Quauhnáhuac
22.04.18



domingo, 1 de abril de 2018

La Estrella

El pasado viernes 30 de marzo, La Fundación Malcolm Lowry, en sesión plenaria y extraordinaria, reinauguró La Estrella después de que el edificio sufriera daños en su estructura con el temblor del 19 de septiembre de 2017.

La Cantina La Estrella perteneció desde 1930 a la señora Raquel Chávez y funcionaba en ese tiempo como "expendio" de alcoholes y abarrotes. Fue en 1960 cuando el señor Ignacio Ruiz Rocha compró el lugar para dejarlo, muchos años después, en manos de su hijo Roberto Ruiz que hasta la fecha mantiene la cantina y que se encargó de hacer la restauración para asegurar el funcionamiento de ese lugar sagrado.

Sursum Corda!










La realidad...


“Quédate donde estás –ordenó el Cónsul-. Por supuesto que veo el romántico aprieto en que se encuentran ambos. Vaya divertida la que deben haberse dado ambos todo el santo día sobándose las manos y cachondeándose tetas y chichis, so pretexto de salvarme... ¡Jesús! Pobrecito de mí tan indefenso, no había pensado en eso. Pero ¿ven?, todo se reduce a algo perfectamente lógico: también yo traigo entre manos mi mezquina lucha por la libertad”. Como explicó Malcolm Lowry a Jonathan Cape en su carta del 2 de enero de 1946: “Esta novela habla principalmente, para decirlo con palabras de Edmund Wilson (cuando habla de Gogol), de ciertas fuerzas existentes en el interior del hombre que le llevan a sentir terror de sí mismo”. Bajo el Volcán sigue el mismo camino que La Divina Comedia hacia el cielo y el infierno con la diferencia que aquí el cielo está en el mismo lugar en que se encuentra el infierno, es más, hay cielo o infierno sí y sólo sí existen acoplados. La tensión va subiendo a lo largo de la novela y es fácil imaginar a un tensor entre el texto y el lector que aumenta la presión en busca de una salida. Casi al final, mientras el Cónsul se encuentra en la cantina asediado por los policías que acabarán matándolo, él va leyendo fragmentos de cartas de Yvonne y varias veces se ensaya la salida clásica, la del final feliz: “Y ¡Dios mío! ¿Qué esperas? ¿Qué liberación puede compararse a la del amor? Mis muslos arden en deseos de estrecharte. El vacío de mi cuerpo no es sino el hambre que siento de ti. Mi lengua está seca en mi boca por la sed de nuestras palabras”. Pero Lowry no se siente satisfecho y renuncia a dar ese mal paso. Porque es cierto que el amor libera, con la misma intensidad con que, en sentido contrario, avasalla. Los amantes no logran encontrar el equilibrio, siempre acaba escapándoseles. En muchas otras circunstancias nos sucede lo mismo: por un momento estamos en el paraíso y casi inmediatamente, en el infierno. Infierno y paraíso son caras de la misma moneda, no es que uno sea bueno y otro malo, o feo y bonito, o placentero y repugnante, no. Es que ambos, son como son, y son en el mismo espacio y tiempo. Así ha sido la vida de todos desde los tiempos remotos: victoria y derrota a la vez. La muerte de Yvonne nos libera de la agonía del libro, la muerte del Cónsul nos libera de su agonía en el mundo y la muerte de ambos nos libera de la obligación del éxito. Lowry rompe con la estructura maniqueísta de la construcción del mundo entre polos opuestos; no hay bueno o malo, infierno o cielo, vida o muerte, ser o no-ser. Hay lo que hay, y punto.

FG
Quauhnáhuac
01.04.18