FUNDAÇÃO MALCOLM LOWRY

FUNDAÇÃO MALCOLM LOWRY

Este blogue foi criado com o intuito de unir a comunidade lowryana de todo o mundo, a fim de trocar ideias e informação sobre o autor, promover a organização de conferências, colóquios e outras actividades relacionadas com a promoção da sua obra. Este é o primeiro sítio trilingue feito no México sobre o tema. Cuernavaca, México.


Malcolm Lowry Foundation


This blog was created to comunicate all lowry scholars, fans and enthusiastics from around the world in order to promote the interchange of materials and information about the writer as well as organize events such as lectures, colloquiums and other activities related to the work of the author. Cuernavaca, Mexico.


FONDATION MALCOLM LOWRY

Ce blog a été crée dans le but de rapprocher la communauté lowryenne du monde entier afin de pouvoir échanger des idées et des informations sur l'auteur ainsi que promouvoir et organiser des conférences, colloques et autres activités en relation avec son oeuvre. Cuernavaca, Morelos, Mexique.


martes, 2 de julio de 2019

Nostalgia

La nostalgia por aquel Cuernavaca que con Lowry se fue

Aquí en Cuernavaca, existe un hotel llamado Bajo el Volcán en la calle Humboldt, nombre tomado de una pequeña novela que nos transporta a través de su lectura y de la imaginación, a otra época ya lejana de esta ciudad, a la primera mitad del siglo XX.
En ella, su autor, Malcom Lowry, a través de su alcoholismo, desnuda su alma, narra sus amores rotos y escribe pasajes desgarradores autobiográficos, tan íntimos, que han convertido a este libro, no sólo en un ícono en Cuernavaca sino en una de las mejores novelas del siglo pasado.
Asegura Carl Rogers, el gran psicoterapeuta norteamericano, autor entre otras obras, de El Desarrollo del Yo, que “Lo más íntimo es lo más general”. Así, de esta manera, esa pequeña novela en tamaño pero grande en contenido, escrita por su autor con el alma desgarrada, le ha llegado a muchísimos lectores.
Y es que pese a ser Malcolm Lowry, en la vida real, un alumno que estudió en las escuelas inglesas más exclusivas, hoy las llamaríamos fifís, del primer trienio del siglo anterior, que viajó a todo lujo por casi todo el mundo, sus obsesiones inseparables: alcohol y literatura, no lo abandonaron jamás. No sólo eso, sino que alimentadas por sus demonios internos, esas obsesiones le inspiraron la trama de un relato en un mundo tan ajeno a su propia vida, que resulta genial la manera en que aborda ese Morelos bronco, post revolucionario con una gran carga de resentimiento hacia los extranjeros, principalmente ingleses o norteamericanos por aquello de la explotación petrolera que condujo a la expropiación.
El libro nos trasmite pasajes desolados morelenses en los que al menos yo cuando vi la película por primera vez siendo muy joven, no supe ni qué hacía el ex cónsul en esos prostíbulos de mala muerte, ni cómo llegó a sitios tan hostiles hacia él y tan diferentes a todo ese glamour al que pertenecía e igualmente, paradójicamente, el autor de la trama.
Pero a pesar de que el alcohol se encuentra presente en todas sus páginas, no es la historia de un borracho, no; ni un libro de borrachos, sino que el tema central es: Cómo aquí en Cuernavaca, su autor plasma la angustia que agobia al ex cónsul Geoffrey Firmin, el protagonista principal de la novela, que en realidad es la propia angustia de Lowry y que, ambos: personaje y autor, tratan de olvidarla a través de la bebida.
Ante esta conducta existen varias respuestas, entre ellas la de otro grande del psicoanálisis, el francés Jacques Lacan, tal vez el mejor discípulo de Freud. Este llamó a esa conducta autodestructiva: “La atracción por la pulsión de muerte”, en la que aun cuando tienes todo para y por vivir bien, tu autodestrucción es irrefrenable, irreversible e imposible de detener.
“La trama de Bajo el Volcán, la empecé como una historia corta”, refirió Lowry en una entrevista publicada años atrás en la Revista Proceso. “Se me ocurrió porque nadie había escrito un libro sobre la embriaguez cosa sobre lo que yo era entonces una autoridad considerable, y así, mientras la versión más breve del libro me era devuelta por un editor tras otro, empecé a ampliar el tema de la bebida en mi vida para plasmarlo en mi libro también”.
Cuando Malcom Lowry llega a Cuernavaca en 1936 procedente de Acapulco en donde desembarcó, nuestra ciudad era mucho más pequeña, no llegaba a los ocho mil habitantes y se apreciaba mucho mejor a lo lejos el volcán Popocatépetl. De ahí el título de Bajo el Volcán.
Lowry, durante el tiempo que vivió en esta ciudad,  describe magistralmente ese rencor del mexicano de entonces contra los extranjeros porque ubica la novela en 1938, cuando el 18 de marzo, don Lázaro Cárdenas mediante decreto anunciado ese día, nacionaliza el petróleo que había sido propiedad de las compañías británicas y norteamericanas, ésta acción como resultado de la ejecución de la Ley de Expropiación del año 1936 y del artículo 27 de la Constitución Mexicana, a las compañías que explotaban estos recursos.  Así, cuando Gran Bretaña rompe relaciones con México, el cónsul de la novela deja de serlo de ahí a que en Bajo el Volcán aparezca el personaje como ex cónsul.
Fatalmente el Cuernavaca que conoció Malcom Lowry, ya no es el que nosotros conocemos hoy. Sus cantinas que él frecuentó, con puertitas de madera que las empujabas para entrar o salir, en su mayoría son ahora oficinas o cafés internet. Los hoteles que él conoció fueron el Hotel Shangri La que estaba en lo que hoy es el enorme estacionamiento frente al Cine Morelos, esquina con la calle Ignacio Rayón; el Hotel Bellavista frente al kiosko o el Hotel Marik que estaba en lo que hoy es el Centro Comercial Las Plazas, todos en pleno centro de la ciudad y todos, valga la redundancia, desaparecieron ya, y con ellos los personajes como Alfonso Reyes, los muy jóvenes entonces Carlos Fuentes, Octavio Paz y tantos más, que los frecuentaban.
Incluso el olor a guayaba poma rosa que flotaba en el ambiente y los burros arrastrando vigas de madera guiados por su arriero. O don Chon, llevando pan dulce en un enorme canasto sobre la cabeza que pasaba de casa en casa a venderlo. ¿Por qué si otras ciudades conservan intacto su centro histórico, el nuestro parece haberse transformado en una enorme zapatería que suplió los cafés y restaurantes de antaño donde se podía platicar a gusto? El Villa Roma, junto al Cine Ocampo, el Café Vienés. Junto a La Parroquia donde se podía tomar un café platicando con algunos de los cuernavaquenses pensantes y que es ahora un esperpento.
Siguen, eso sí, los cigarros Alas que fumaba Lowry en México, los dulces de leche en forma de frutitas que aún se consiguen en un puestito de dulces de la calle Guerrero, las viejas y antiguas casonas de las calles Galeana, Nezahualcóyotl y Humboldt y algunas más, el Palacio de Cortés, afortunadamente ya en vías de reparación total luego del terremoto de 2017, los zanates que dicen que el escritor confundía con cuervos, y que siguen igual de ruidosos hoy, que ayer, haciendo nidos en los árboles zocaleños, pero siempre bellos.
¿Qué hacer frente a tanta destrucción y a la vez tanta maravilla en un Cuernavaca que desde su desalojo ordenado por Venustiano Carranza en 1917 a fin de que la población no apoyara a las tropas zapatistas, perdió su identidad? Creo que pensar, repensar y platicar una y otra vez acerca de personajes como Malcom Lowry y su novela Bajo el Volcán hasta el cansancio, sin olvidar esa época cuando Cuernavaca no llegaba ni a cinco mil casas en comparación a su desbordante y anárquico crecimiento actual en una ciudad cuyos funcionarios jamás planearon su crecimiento para el mañana, ni tampoco pensaron en devolverle su encanto de antaño.
Desaparecieron gran parte de esas casas con azoteas cubiertas de tejas de barro que poco a poco se fueron sustituyendo por techos planos con tinacos, tendederos y botaderos de lo inservible. Desapareció también el poder caminar tranquilamente por sus calles a la hora que fuera. Nuestra ciudad era un referente mágico para visitarlo por estrellas rutilantes de Hollywood, intelectuales, filósofos, pensadores y directores de orquesta mundialmente famosos en el mundo entero. Ese Cuernavaca de ayer, desapareció también.
En fin, es tanto lo que hay que decir del autor, que formó parte de esa generación de escritores suicidas por distintas razones como Ernest Hemingway, Virginia Woolf, Alfonsina Storni o Jacques Rigaut entre otros, que ya sólo me limitaré a expresar que el ex cónsul inglés que bajó al infierno entre nubes de alcohol, subió trayendo su novela Bajo el Volcán en las manos, pareciera ser, como un acto de redención.

Lya Gutiérrez Quintanilla

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