La fama de Lowry

En realidad, la fama de Lowry comenzó pronto, sus primeros textos publicados, cuando él tenía 17 años, tuvieron reseñas y comentarios importantes, pero el momento de quiebre que significa pasar a ser un personaje conocido ampliamente sucedió en 1933. El encabezado de Evening Chronicle de Manchester, del 8 de Febrero de 1933, decía: “el Director de una biblioteca pide la devolución de un libro”. La nota reseñaba: “Las autoridades de la biblioteca realizaron la tarde de hoy en Manchester una búsqueda exhaustiva de todos los ejemplares de un libro que señalaron como prohibido, con base en que contiene un cuento “obsceno y escandaloso”. Se recogieron todos los ejemplares de The best short stories of 1931 que se encontraban en las bibliotecas públicas de Manchester, por incluir un cuento titulado “Seductio ad Absurdum", de Malcolm Lowry”. Cape preparaba la edición de Ultramarina y le había adelantado a Lowry 40 libras. Seductio ad Absurdum en realidad es el capítulo 4 de Ultramarina que según Malcolm en la novela es un texto contrastante entre los capítulos 3 y 5 y una especie de fuga en prosa, con temas recurrentes.

 

 



Una vez fue feliz...

Alguien en el auditorio le preguntó a Gordon Bowker: “¿Alguna vez, Malcolm fue feliz?” Bowker contestó:

Sí, una vez fue feliz, en Dollarton, hacia 1941. Tenía únicamente 200 dólares a su nombre, pero eso era para él una fortuna. Pagaba un alquiler mínimo, él mismo cortaba su leña, acarreaba su agua, pescaba, iluminaba la choza con velas y lámparas de aceite y cocinaba en una estufa de leña. Encender las lámparas se convirtió en un ritual para Lowry, y el atardecer era su hora más dichosa. Era la hora, le dijo a Margerie, de quedarse solos, de encender las lámparas, de cerrar las cortinas, de aislarse del mundo y de estar juntos. Tenían un bote, el My Heart is in the Highlands y, a veces, desafiaban las caprichosas corrientes de la caleta (un domingo, remaron más de setenta y cinco kilómetros hasta la desembocadura del Río Indio, y volvieron a la luz de la luna). Los principales lugares para escribir le resultaron una banca frente a la ventana, o de pie, apoyado en la mesa. Al lado de su cama tenía una Biblia, las Varieties of Religious Experience de James, un libro de poesía y algo de Dostoievski. Se podía vivir como un rey con casi nada, escribió; de hecho, mucho mejor que la mayoría de los reyes, en muchos aspectos.

 

Sin título, Óleo de John Spencer