domingo, 25 de octubre de 2015

Otro encuentro con la Máquina Infernal



Malcolm o su otro yo, Sigbjorn, encuentra el mecanismo perfecto que imita la Máquina Infernal mientras está atravesando el Canal de Panamá en Noviembre de 1947 cuando va de Vancouver a Bretaña a bordo del carguero francés “Brest”. Es para él, el encuentro con un viejo adversario, el mecanismo de relojería, con su misterioso demonio:

“…funciona. ¡Dios mío! ¡Qué silenciosa y bellamente funciona este mecanismo celestial!, con sus cadenas que se elevan agresivamente del agua y las grandes compuertas de acero que se abren y se cierran silenciosamente, sin el menor esfuerzo, a voluntad del hombre que está sentado en la torre de control situada encima de la esclusa más alta quien, dicho sea de paso, soy yo mismo, y que se sentiría perfectamente cómodo si tan sólo no tuviera la seguridad de que todavía había otro hombre sentado más arriba que él en su torre invisible de control y que también tiene una maqueta de las esclusas del canal ante sus ojos. Un modelo construido cuidadosamente, que registra eléctricamente la profundidad exacta de todo lo que yo hago y que así puede ver absolutamente todo lo que pasa en cualquier momento y, lo que es peor, todo lo que va a pasar…“
 


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